Sobre trazas y trazos, o la voz de un anónimo lector de utopías

Por Carolina Martínez

    En una obra ya clásica para quienes se dedican a la historia cultural, Roger Chartier explicaba a sus lectores que, lejos de ser universales, los contextos de producción, circulación y recepción de una obra debían “construirse en la discontinuidad de las trayectorias históricas”. Esto significaba que la “vida” de un texto y su trascendencia no podían estudiarse in abstracto sino encarnadas en su materialidad. En otras palabras, el año y lugar de edición o reedición de una obra, su formato y tamaño, la cantidad de ejemplares impresa, los grabados incluidos en ella y el hecho de que contase o no con el privilegio real para ser publicada (en el caso de la Francia de Antiguo Régimen), estaban directamente vinculados con sus contextos de producción y circulación. A través de los catálogos de las distintas casas editoriales o sociedades tipográficas puede rastrearse la cantidad de ediciones realizadas de tal o cual libro, saber si este era comprado y en qué cantidad, o constatar si había sido objeto de la censura real y vendido debajo del mostrador en calidad de “libro filosófico”. Pero, ¿cómo reconstruir su contexto de recepción? Podemos saber a través de los inventarios de bienes post-mortem qué ejemplares era esperable hallar en la casa de un comerciante parisino a mediados del siglo XVIII. No obstante, el propio Chartier advierte que la historia cuantitativa es mala amiga del estudio (más minucioso) de las prácticas de lectura. Que un libro ocupe parte de un estante en una biblioteca nos dice algo acerca de la intención o necesidad de su propietario pero poco sobre la forma en que fue leído, si es que acaso lo fue. Entonces, ¿cómo constatamos los efectos de un texto en su lector? ¿Es posible desentrañar las múltiples formas en que un libro lo interpela? Es nuevamente el libro en su condición de objeto material el que encierra una posible respuesta, pues son las marcas en el texto, el trazo del lápiz en sus márgenes o portada, los que podrían acercarnos a ese acto de interpretación. El hallazgo de marginalia en los documentos que estudiamos es, las más de las veces, un suceso fortuito pero siempre bien recibido.


   

    La Biblioteca Nacional de Francia conserva dos ejemplares de la Histoire du Grand et Admirable Royaume d’Antangil (Historia del gran y admirable Reino de Antangil), considerada por muchos la primera utopía escrita en lengua francesa (Figura 1) y la primera en ubicar aquella sociedad ideal en algún lugar de la Tierra Austral Incógnita (o quinta parte del mundo). De autor anónimo, la obra fue publicada por Thomas Portau en la ciudad protestante de Saumur, Francia, hacia 1616. La historia del supuesto Reino de Antangil es narrada a partir de la entrevista de un viajero francés con el embajador del reino, durante su estancia en la ciudad de Bantam, en Java la Grande (hoy Indonesia) hacia 1598. El funcionamiento de esta sociedad ideal, que actúa como contrapunto de una Francia devastada por las guerras de religión, es descripto en cinco partes. La ubicación geográfica del reino y la composición de su flora y fauna son abordadas brevemente en la primera parte, mientras que la organización del país, su forma de gobierno, el ejercicio de la justicia, su religión, sus prácticas de enseñanza y la conformación del ejército, constituyen los temas de las partes restantes.

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Figura 1. Portada de Histoire du Grand et Admirable Royaume d’Antangil (1616). (Fuente: Bibliothèque Nationale de France)

    Puede accederse al ejemplar conservado en el “Departamento de mapas y planos” (antiguamente ubicado en la sede Richelieu de la Biblioteca) a través de Gallica.fr, el monumental sitio web donde la Biblioteca pone a disposición versiones digitalizadas de sus obras más antiguas o especiales. Sabemos que se trata del ejemplar conservado en aquel departamento porque tanto la obra como su versión digitalizada contienen un mapa desplegable de Antangil (Figura 2) y un listado de los principales lugares, ríos y ciudades del supuesto reino (Figura 3). El ejemplar conservado en la sede Arsenal, en cambio, carece del mapa y del índice topográfico descriptos, posiblemente arrancados en algún momento previo a su ingreso a la biblioteca. En revancha y a diferencia de su par digitalizado, la copia allí resguardada contiene una anotación en el lado interno de la tapa:

Ya he ubicado esta historia con las novelas, entre los viajes imaginarios; sin embargo, como sospecho que podría llegar a ser cierta, esta es la razón por la cual la ubico, por las dudas, entre las islas de Asia; por lo demás, esta historia no es más que una verdadera sermoneada”. [“J’ai placé déjà cette histoire aux romans parmi les voyages imaginaires; cependant comme je soupçonne qu’elle pourrait être vraie c’est la raison pour laquelle je la place à tout hasard aux Iles de l’Asie, du reste cette histoire n’est qu’une vraie capucinade.

    La presencia de esta anotación manuscrita constituye un efímero pero valioso registro del modo en que los relatos de viaje imaginarios fueron interpretados por sus contemporáneos. ¿Qué es lo que nuestro anónimo autor quiere decir sobre el texto y qué es lo que sabemos a pesar suyo? Por un lado, del comentario trasluce el hecho de que su biblioteca es lo suficientemente grande para albergar dos secciones que, suponemos, contienen más de un ejemplar: la sección de los “viajes imaginarios/novelas” (la categoría es suya) y la de las “Islas de Asia”. Por el otro, el texto expresa voluntariamente una duda: ¿dentro de cuál de estas dos categorías ubicar la Historia del gran y admirable Reino de Antangil? Si tomamos sus palabras por ciertas, podríamos suponer que hasta fines del siglo XVII (e incluso tiempo después) los relatos de viaje de tipo utópico siguieron sustentándose en la ambigüedad proporcionada por la expansión transoceánica europea. Si bien se desconoce la fecha en la que el comentario fue escrito, la utilización de las categorías “viajes imaginarios” y libros de las “islas de Asia” remite a un período en que la moda de los viajes imaginarios se había impuesto con fuerza y los viajes exploratorios a Extremo Oriente estaban en una etapa avanzada respecto de las primeras incursiones holandesas en los inicios del siglo XVII. A la vez, el hecho de que nuestro lector dude respecto de dónde colocar el libro también indica que el ciclo de expansión ultramarina europea no se había cerrado aún. Desde la publicación de la obra que diera origen al género en 1516, la utopía temprano-moderna se hizo eco de la ampliación del espacio terrestre para ubicar en zonas aún inexploradas del globo, tal como la supuesta Terra Australis, sus sociedades imaginarias. Es posible comprender la duda que el relato genera si tomamos en cuenta que aún hacia fines del siglo XVIII el orbe terrestre no había sido explorado en su totalidad y que, en consecuencia, quedaban todavía espacios por descubrir Con cierto fastidio, nuestro lector anónimo en el fondo se pregunta si Antangil es un reino real o imaginario. Su duda no la genera el texto per se, sino el libro-objeto y más específicamente el paratexto que lo acompaña.

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Figura 2. Mapa desplegable incluido en la primera edición de la Histoire du grand et admirable Royaume d’Antangil, Samur, Chez Thomas Porteau, 1616 (Fuente: Bibliothèque Nationale de France).


    El lector anónimo descree del contenido de la obra cuando expresa que “esta historia no es más que una verdadera sermoneada” (“cette histoire n’est qu’une vraie capucinade”) pero hay algo del libro como objeto que le impide desestimarlo por completo. ¿Se trata acaso del mapa desplegable del reino y de la lista de topónimos que la edición contiene?

    Según narra el viajero francés en la primera parte, el reino de Antangil se sitúa:

al Sur de la gran Java; su largo se extiende seis grados por debajo del Trópico de Capricornio, y por el Oeste hacia el Polo Antártico hasta el grado 50, lo que sería 22 grados en total, correspondiente a trescientas treinta leguas; su largo es un poco menos que cien, de forma tal que su figura es como un rectángulo, y tiene de diámetro sesenta mil leguas”.

    La inclusión del mapa del reino no necesariamente refuerza estas coordenadas ya que no hay referencia alguna a cualquier otro territorio ni coordenadas que permitan ubicarlo dentro de un espacio de representación mayor. Sin embargo, en el aparecen la isla con un volcán/faro que regula la entrada al reino, las montañas que actúan como límite natural en el extremo sur (que aparecen dibujadas en la parte superior del mapa) y una “escala” en la margen izquierda en la que estarían representados los distintos grados de latitud sur por los que se extiende Antangil. Además, cada ciudad del reino se encuentra representada por un número que luego aparece en la lista de topónimos junto a su respectivo nombre. El detalle con el que está elaborado el mapa se ve reforzado con la inclusión del listado de topónimos, también en formato desplegable. En la “Table des lieux principau tant des villes que rivieres du grand Royaume d´Antangil” (Listado de los principales lugares, tanto ciudades como ríos, del gran Reino de Antangil) aparecen enumerados ciento veintinueve lugares entre los que se cuentan islas, golfos, ríos y ciudades. A su vez, el índice toponímico incluido en el libro reúne parte del léxico malayo y javanés incluido por el Almirante Van Neck en su diario del viaje a Java la Grande. Por último, al efecto verosímil generado por el mapa apócrifo y su respectivo índice debe sumarse la presencia de “ciertas técnicas narrativas ‘realistas’ tomadas de los relatos de viaje reales”, utilizadas por obras de este tipo para presentarse como relaciones auténticas.

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Figura 3. Indice topográfico incluido en la primera edición de la Histoire du grand et admirable Royaume d’Antangil, Samur, Chez Thomas Porteau, 1616 (Fuente: Bibliothèque Nationale de France).

    Había, en principio, tantas razones para creer como para no creer en la autenticidad del relato. Fueron los cambios acaecidos por fuera del texto los que potenciaron o pusieron en evidencia los recursos textuales y paratextuales de los que se valió el autor. Si la veracidad de la Historia del gran y admirable Reino de Antangil fue puesta en duda por nuestro lector anónimo en un tiempo histórico determinado, es probable que su estatus de “viaje imaginario” se haya vuelto evidente una vez consolidados la expansión ultramarina europea y el consecuente descubrimiento de la totalidad del orbe terrestre. Entre fastidiado y dubitativo, nuestro lector anónimo dejó un rastro de lectura que hoy día nos permite reflexionar sobre un momento específico en el desarrollo del relato utópico temprano moderno.


Algunas referencias bibliográficas para continuar con el tema

  • Cioranescu, Alexandre, Le Royaume d’Antangil et son auteur, Estratto Studi Francesi, núm. 19, Torino, Società Editrice Internazionale, 1963.
  • Chartier, Roger, El mundo como representación. Estudios sobre historia cultural, Barcelona, Gedisa Editorial, 2005.
  • Darnton, Robert, Los best sellers prohibidos en Francia antes de la revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 2008.
  • I. D. M. G. T., Histoire du grand et admirable Royaume d´Antangil Incogneu jusques à present à tous Historiens & Cosmographes: composé de six vingts Provinces tres-belles & tres-fertiles. Avec la description d´icelui, & de sa police nom pareille, tant civile que militaire. De l´instruction de la jeunesse. Et de la religion. Le tout en cinq libres, Saumur, Thomas Portau, 2016.
  • Martínez, Carolina, Mundos perfectos y extraños en los confines del Orbis Terrarum. Utopía y expansión ultramarina en la modernidad temprana europea (siglos XVI-XVIII), Buenos Aires, Miño y Dávila, 2019.


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