Las piedras bezoares americanas y su circulación en Europa

Por Edith Llamas Camacho y Tania Ariza Calderón

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Piedra bezoar

Museo Nacional de Ciencias Naturales (Madrid)


Mi gabinete que pasa por ser uno de los primeros de Europa ha causado la admiración de muchos profesores y sabios, no pudiéndose persuadir algunos de ellos que yo lo formase sin particular orden del Rey No Sr. diciendo que un particular no podía juntar tanta riqueza sin el socorro de un soberano…” citado en Sánchez Almazán y Cristina Cánovas Fernández Una Colección, un criollo erudito, y un Rey. Un Gabinete para una monarquía Ilustrada) Madrid, CSIC, Museo Nacional de Ciencias Naturales, 2016,p.27

   

     Actualmente el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (MNCM), España, alberga varios ejemplares de piedras bezoares que formaron parte del Gabinete de Curiosidades o Wunderkammern de Felipe II (1527-1598). Estas conocidas piedras son cálculos que se forman en diversos órganos de rumiantes asiáticos y americanos. Durante el siglo XVI, hasta ya entrados el XIX, se utilizaron como remedio contra el envenenamiento y para aliviar la plaga y la melancolía. La mayoría de las piedras bezoares que hoy se conservan, se encuentran en colecciones pertenecientes a monarcas europeos, Museos de Medicina, Arte y Farmacia.

     El tema de las piedras bezoares ha ocupado un lugar muy importante en las recientes corrientes que se dedican al estudio de la cultura material su circulación y significado en contextos culturales diversos. La mayor parte de estos estudios ha conservado la división que se hizo desde el siglo XVI, de acuerdo con su procedencia (orientales y occidentales). Las primeras son aquellas que se obtenían de las capra aegagrus, cabra salvaje que habita en Persia; las segundas, provenían de Nueva España y Perú.

     La historia de las piedras bezoares data del VIII, cuando la literatura medicinal islámica incluía remedios con la piedra bezoar oriental, retomando las obras de Dioscorides, Rhazes y Avicena. Posteriormente, tras la pandemia de plaga que azotó a Europa, las bezoares jugaron un papel importante como remedio contra esta enfermedad durante el siglo XII y XIV. Con la invención del Nuevo Mundo y el aumento de las redes comerciales, médicos, comerciantes, jesuitas y otros funcionarios coloniales promovieron las virtudes de las piedras bezoares provenientes de los venados novohispanos y de las vicuñas, guanacos, llamas, alpacas y tarukas del Perú.

     Dentro de esta escalada en el comercio, el valor comercial y estima de las bezoares orientales se mantuvo y se siguieron cotizaron más alto, que las peruanas y las novohispanas.

     Estos productos adquirieron mayor fama durante el siglo XVI y XVII, en el mundo a través de dos obras fundamentales que estimularon su comercio: Primera, segunda y tercera partes de la historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, que sirven en medicina; Tratado de la piedra bezaar, y dela yerva escuerçonera; Diálogo de las grandezas del hierro, y desus virtudes medicinales (1574) de Nicolás Monardes e Historia Natural y Moral de las Indias (1590) de José de Acosta.

     Las bezoares que hoy se encuentran en el MNCN de Madrid, se adquirieron dentro de este contexto. La creación del Real Gabinete de Historia Natural Español en 1771, auspició la exposición de estos cálculos. Pedro Franco Dávila (1711-1786) criollo ilustrado, coleccionista asiduo, fue el primer director de del Real Gabinete. Este personaje quien llevaba años reuniendo objetos muy variados, integró su colección personal al Gabinete, esta estaba conformada por piezas etnográficas, mapas, libros, piezas arqueológicas y de arte, además de instrumentos científicos.

     El Real Gabinete español fue pensado como un museo donde expusieran piezas relacionadas con la historia natural de diversas partes del mundo. Debido a los contactos personales y comerciales, nuevos objetos se fueron incorporando a la colección, por lo que Dávila, que había ordenado temáticamente las piezas en secciones, se vio en la necesidad de crear nuevas nóminas o secciones, para incluir los objetos recién llegados. Dentro de la Nómina que conformaría la colección, se dividía a los objetos en salas de animales, para el reino vegetal, objetos arqueológicos, minerales, entre otros.

    Las piedras bezoares se pensaron como parte de la “Nómina de las piezas, que se creen necesarias para la colocación del Real Gabinete de Historia Natural y de Curiosidades del Arte que en él se contienen”. Las bezoares que aun se conservan en el MNCM, tienen como número de inventario 0605011100011 (fig 1) y 0605011100012, (fig 2). La primera mide 40 cm de altura por 18cm de ancho, incluido el montaje; es mineral y se compone de caliza travertina; la segunda, mide 24 cm de altura y 15 cm de ancho. Ambas se encuentran montadas en plata labrada del siglo XVIII. Esta montura, además de su belleza, permitía transportarlas de manera más segura y ser utilizadas como amuletos para la melancolía y la suerte.

    Desafortunadamente, la mayoría de los estudios académicos sobre este tipo de objetos que conectan lo local con lo global, han desatendido parte de la historia más local de ellos, esto es la relación que los pueblos amerindios tuvieron con ellos. Estos otros significados y usos rituales que dotaban de agencia a las piedras bezoares y que conectaban el mundo humano con el no humano no son incluidos en las biografías de las piedras, es por ello que resulta necesario pensar estos objetos como polisémicos dentro de una trayectoria más amplia.


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